lunes, mayo 07, 2007

La Lengua Vehicular como factor de exclusión cultural

El argumento que a veces se da para justificar que hay suficiente castellano en la escuela con dar la asignatura de Lengua Castellana es que lo niños catalano-parlantes que han recibido enseñanza sólo en catalán saben, de todas formas, hablar en castellano (pues lo aprenden en la calle y en la televisión).
Y es cierto.

Pero también es cierto que muchísimos castellano-parlantes o incluso extranjeros, hablan catalán sin haber dado nunca ni una sola clase en esta lengua.
De hecho no conozco
a nadie que lleve viviendo en Catalunya unos meses que no entienda perfectamente el catalán.

Lo que se olvida es que la lengua vehicular en la educación no es el idioma que los alumnos deben aprender a hablar porque no saben, sino al revés, el idioma que hablan, el que tienen como propio. Si no fuese así sería absurdo que en Alemania el idioma vehicular fuese el alemán y en Francia el francés cuando precisamente son esos idiomas los que esos niños
ya saben hablar.

Todo lo contrario, el idioma vehicular tiene la función de que el niño se sienta identificado con su colegio, de no sentirse extranjero, de reconocerse en las instituciones que le son propias. Por eso , si aceptamos que Catalunya es un país bilingüe, necesitamos una educación bilingüe, que haga conocer a los niños la realidad plural del país, la importancia de
ambos idiomas y consiga educarlos en la tolerancia y el respeto mutuo aceptando su diversidad cultural.

Entender la lengua vehicular de la educación como se entienden las asignaturas de “idiomas”, es decir, la enseñanza de una lengua a hablantes de otra que la desconocen, no sólo es absurdo, es además inútil cuando de lo que se trata es de que los niños , como si de productos manufactorados se tratase, salgan de esas “factorías” hablando esa lengua vehicular como autómatas. La prueba está en los hechos, las quejas, hoy día continuas, de que niños que han sido sometidos a la inmersión total, hablan en el “patio” sólo en castellano.

Se da el paradójico caso de que muchos castellano-parlantes e incluso inmigrantes extranjeros, que nunca recibieron enseñanza en catalán, lo hablan habitualmente mientras que niños que han sido víctimas de la inmersión no dicen, no dirán nunca una sóla frase en catalán. El motivo es claro, la lengua es un signo de
identidad individual. No es que no sepan, es que no quieren.

El problema hoy en Catalunya no está en que falte enseñanza en catalán. Todos los catalanes lo entendemos, igual que todos entendemos el castellano.
El problema está en que las instituciones no se han concienciado de que Catalunya se compone de dos culturas, hermanas, pero dos culturas. Y que ambas necesitan el mismo reconocimiento.
Lo que el colegio debe de fomentar, si no quiere acabar enturbiando nuestra sociedad es, lejos de fomentar una inmersión que genera rechazo de una lengua por parte de niños que sienten que se les impone, que considera “la lengua de las obligaciones” frente a la lengua del ocio y la familia, es fomentar la tolerancia y la comprensión de la diversidad, la aceptación de las elecciones libres del otro, de la libertad del otro, como primer paso para que el Otro nos comprenda mejor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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