(...) desde hace muchos años la izquierda catalana ha entregado la hegemonía ideológica al nacionalismo, de tal manera que a veces se diría que en Cataluña, en la práctica, no es posible no ser nacionalista: o se es nacionalista catalán o se es nacionalista español; también puede resumirse así: asombrosamente, en Cataluña es posible ser a la vez nacionalista y de izquierdas. Se trata de dos disparates complementarios.
No solo es posible no ser nacionalista -nacionalista catalán o español o moldavo-, sino que es indispensable, al menos si uno se reclama de izquierdas, dado que el nacionalismo es, aquí y en Moldavia, una ideología reaccionaria, incompatible con los principios más elementales la izquierda.(...)
No solo es posible no ser nacionalista -nacionalista catalán o español o moldavo-, sino que es indispensable, al menos si uno se reclama de izquierdas, dado que el nacionalismo es, aquí y en Moldavia, una ideología reaccionaria, incompatible con los principios más elementales la izquierda.(...)
El triunfo de Franco en la guerra supuso el triunfo del nacionalismo español y la derrota de los demás nacionalismos hispánicos, empezando por el catalán; este hecho provocó uno de los muchos automatismos políticos que recorrieron la dictadura: puesto que el nacionalismo español era malo, los demás nacionalismos hispánicos eran buenos; y, puesto que el nacionalismo español era de derechas, los demás nacionalismos hispánicos eran o podían ser de izquierdas.
(...) la reacción de algunos notorios socialistas a la última debacle electoral: según ellos, el PSC no perdió las elecciones por ser demasiado nacionalista, sino por serlo demasiado poco. (...) Pero, como todo el mundo sabe, el problema electoral del PSC es mucho más antiguo y más serio: es el problema de los varios cientos de miles de ciudadanos que, reiteradamente, votan socialista en las elecciones generales y se quedan en casa en las elecciones autonómicas; baste recordar que en las últimas generales el PSC cosechó 1.600.000 votos, mientras que en las últimas autonómicas no ha llegado a los 600.000: más de un millón de votos de diferencia. Ese es el verdadero problema: el de todos los ciudadanos que no se sienten concernidos por el tradicional catalanismo de izquierdas del PSC, no, cabe conjeturar, porque sea de izquierdas, sino porque está colonizado por el nacionalismo.
(...) la izquierda catalana debe rechazar la confrontación entre nacionalismos rechazando por igual y por las mismas razones -por ser ambos irracionalistas, comunitaristas e insolidarios, es decir, fundamentalmente reaccionarios- el nacionalismo catalán y el español; o dicho de otro modo: debe romper con su discurso tradicional construyendo a cambio un discurso que, antes que catalán o español, sea un discurso de izquierda, un discurso capaz de enfrentarse sin ambigüedades a la hegemonía del discurso nacionalista.
(...) Defender el derecho a usar el catalán no equivale a defender el nacionalismo catalán, igual que defender el derecho a usar el castellano no equivale a defender el nacionalismo español; defender el derecho a usar una lengua es solo defender los derechos legítimos de los hablantes de esa lengua.
No será fácil, repito: ni en el asunto de la lengua ni en nada. Pero es muy posible que en la construcción de ese nuevo discurso necesario se juegue la izquierda catalana su futuro.
Fuente: El País
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