Hannah Arendt, judía alemana, sufrió la represión nazi y tuvo que escapar de un campo de concentración y refugiarse en los Estados Unidos. Años después,al escribir sobre el juicio al nazi Adolf Eichmann (analizando la estructura de lo que debía ser el "mal radical" y en la que ella encontró solo la "banalidad del mal") fue acusada de antisemita, de nazi y repudiada y marginada incluso por muchos de los que, dentro de la comunidad judía, eran sus mejores amigos.
Arendt es un ejemplo de integridad intelectual al librarse de muchos de los dogmas que sostienen al nacionalismo, poniendo siempre la identidad individual por encima de las identidades (o maniqueos juicios) de pueblos/colectivos.
El texto siguiente (sacado de una entrevista que puede encontrarse íntegra en youtube) es fantástico ejemplo, además, de cómo fueron los inicios del nazismo y cómo se extiende y triunfa una ideología en especial cuando es percibida como ideología predominante, incluso entre los propios excluidos por ella.
Arendt es un ejemplo de integridad intelectual al librarse de muchos de los dogmas que sostienen al nacionalismo, poniendo siempre la identidad individual por encima de las identidades (o maniqueos juicios) de pueblos/colectivos.
El texto siguiente (sacado de una entrevista que puede encontrarse íntegra en youtube) es fantástico ejemplo, además, de cómo fueron los inicios del nazismo y cómo se extiende y triunfa una ideología en especial cuando es percibida como ideología predominante, incluso entre los propios excluidos por ella.
"La toma del poder [por parte de Hitler] era naturalmente un desastre, pero era una cuestión política, no personal. Para saber que los nazis eran nuestros enemigos no necesitábamos que Hitler se hiciese con el poder, por favor! Y también sabíamos que una gran parte del pueblo alemán estaba con ellos. (...) bueno ya sabe usted lo que era la "Gleichschaltung" ("uniformización") ¡y quiero decir que los amigos se "uniformizaron"! El problema, el verdadero problema personal, no fue lo que hicieron nuestros enemigos, sino lo que hicieron nuestros amigos. Esa marea de la "Gleichschaltung", que en buena medida era voluntaria, o que, en todo caso, no estaba aún bajo la presión del terror: fue como si en torno a nosotros se abriese un espacio vacío. Yo vivía en un medio intelectual, pero conocía también otras gentes. Y pude comprobar que la "Gleichschaltung" se convertía, por así decir, en regla entre los intelectuales; no así en los otros medios. (...)
¿Qué queda? Queda la lengua. Me he negado siempre, de manera consciente, a perder mi lengua materna. Siempre he mantenido ciertas distancias tanto del francés, que llegué a hablar muy bien, como del inglés, la lengua en la que hoy escribo. Hay una diferencia abismal entre tu lengua materna y todas las demás."
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