martes, julio 16, 2013

Hannah Arendt y el mal radical de...¿Pueblos o personas?.

Hannah Arendt judía alemana Hay en las pantallas una muy recomendable película sobre una de las pensadoras más fundamentales del siglo XX, Hannah Arendt. La película, de Margarethe von Trotta relata el proceso en Israel al nazi Adolf Eichmann, que le sirvió para escribir uno de sus libros más importantes, y sin duda el más famoso.

Una virtud de la película es hacernos ver, con Arendt, dos importantes cosas. Primero que, incluso en un ejemplo tan radical como es el nazismo, no se puede hablar de grupos (pueblos, naciones, culturas, etc...) buenos y grupos malos. No se trata de que los alemanes fuesen malos y los judíos buenos. Cualquiera puede comportarse mal (o bien) si las circunstancias le dan la oportunidad, es la condición humana y son personas concretas las "culpables" o las "heroicas" en las respuestas a dichas circunstancias. Después, que el maniqueísmo del grupo (nacionalismo) es tal, que denunciar algo así puede lanzar contra ti todas las presiones del mundo, incluso de los que creías tus amigos. Es mucho más fácil y confortable tener la explicación del blanco y negro de que "el otro" es el malvado, y "nosotros" estamos justificados a todo y legitimados, como víctimas, por ello.

Hannah Arendt, judía que sufrió la represión nazi y tuvo que escapar de un campo de concentración, fue acusada de antisemita, de nazi y repudiada y marginada por muchos. Su postura no puede ser más actual y "posnacional":

"Nunca en mi vida he 'amado' a ningún pueblo o colectivo, ni al pueblo alemán, ni al francés ni al americano, ni a la clase trabajadora ni a nada de este orden. En realidad yo solo 'amo' a mis amigos, y soy incapaz de cualquier otro amor. Pero es que además, este amor a los judíos, siendo como soy judía, a mí me resultaría sospechoso" (Hannah Arendt)




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