viernes, mayo 20, 2011

No estamos locos, sabemos lo que NO QUEREMOS...

La primera gran crítica que se ha lanzado desde el stablishment contra la #spanishrevolution ha sido la de la indefinición, se dice que la gente protesta pero no sabe lo que quiere.

La indefinición sin embargo es la mayor de las virtudes de este movimiento espontáneo (sí, espontáneo por más que les pese a muchos reaccionarios). Porque es un movimiento de masas y las masas son formadas por individuos, y cada uno de ellos piensa de manera diferente y tiene sus propias ideas (compartidas o no). Esa diversidad (¿se han dado cuenta?) es de hecho la base de la democracia... si todos pensásemos igual ¿para qué votar?. El caso es que esa indefinición no convierte al movimiento en un movimiento sin sentido a todos los que nos reunimos en una de estas plazas, a pesar de nuestra diversidad, sí hay cosas que nos unen. Y es aquello que no queremos, cosa que coincide precisamente con aquello que nuestros dirigentes políticos (los que se han ido alternando en el poder, esto es, principalmente PP y PSOE o PSC y CiU en Catalunya) no han querido cambiar, a pesar que desde la ciudadanía era un clamor.

¿Cómo se arregla esto? se nos pregunta. En positivo ¿qué proponéis?. Se nos dice, y lo dicen los propios políticos que han gobernado o nos gobiernan, de forma directa o indirecta, a través de los periodistas y medios que le hacen el juego. pero es que si elos no hubiesen sometido el poder que les confirió el ciudadano en las urnas al poder económico, es decir, si ellos hubiesen actuado tal y como debían, no harían faltar "medidas" que tomar para reformar el sistema. Porque tales medidas, tales ideas, que ahora el pueblo ha de proponer no son sino nuevos sistemas de control sobre los que mandan para que no se comporten como oligarquía. Son medidas para controlarles a ellos.

En todo caso, y como las gentes somos influenciables, nos hemos creído eso de que debíamos proponer esas medidas concretas, y que si no el movimiento no iba a ningún sitio. Y la gente ha empezado a proponer, proponer y proponer. Que por proponer no sea. Y claro, cuando uno pide, y más cuando empieza a soñar que el cambio es posible, por pedir que no sea. Y han empezado a aparecer medidas de lo más variopintas, muchas que nada o poco tienen que ver con el problema raíz, otras que son impracticables (o no, simplemente impracticables en esta primera instancia), otras que son opinables y que pueden estar en el programa de cualquier partido.

Ante esos listados variopintos, se les a puesto a huevo a los medios, para desprestigiar al movimiento por irrealista, cogiendo todas las medidas como un todo y como si todos las defendiésemos todas (alguno se exclamaba de encontrar medidas contradictorias entre sí). Con la subida en la ambición y concreción de las propuestas, se han empezado a proponer maximalismos en las que quizás solo algunos convergen (el anarquista ha visto posible la revolución anarquista, el comunista, la comunista y hasta el carlista esperará ver volver al Rey Carlos...) con el peligro obvio de que en lugar de sumar se reste, y de que una mayoría que se sentía identificados en su indignación con el movimiento sienta que se les traiciona (y que quizás grupos ideológicos se empiezan a hacer amos de las riendas) y lo abandonen.

Por ello lo que se debe hacer es buscar los mínimos comunes de exigencia para instaurar una Democracia Real, para frenar la corrupción y la sumisión del poder político al económico y la disolución del Estado del Bienestar. Y una vez instaurada la democracia libre de sumisiones, será el momento de votar estas otras medidas (algunas más que razonables).



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