Tener “identidad” es algo inevitable y, por sí mismo, un rasgo identitario no es ni bueno ni malo (el ser asesino es un rasgo de la identidad del que mata igual que la simpatía del simpático). Algunos de estos rasgos que nos definen nos vienen dados, queramos o no, y otros somos libres de cambiarlos. Es un derecho inviolable que cada uno sea libre de modificar estos rasgos, de ser quien quiera ser, de “hacerse a si mismo” (mientras no limite esta misma libertad a los demás).
Pero como no tener identidad es algo imposible, los problemas de identidad no comprometen tanto la identidad como tal, sino la libertad de darse uno a si mismo su propia identidad.
Es un error objetar al nacionalismo identitario que la “identidad” es algo a lo que hay que restar importancia. La defensa identitaria es muy importante, es básica. Y lo es porque lo que se está diciendo cuando hablamos de defensa de la identidad no es tanto la defensa de ser nosotros sino la de la libertad de ser como queramos ser.
Pero hemos de estar muy alerta, los ataques contra la identidad pueden provenir de muchos ámbitos y a veces estar muy velados. El principal problema identitario de Cataluña es precisamente la negación, desde instituciones y medios de comunicación, del valor de la identidad de muchos catalanes. De las instituciones y los medios se transmiten a la ciudadanía que la continúa ejerciendo. La negación es tan continua que generalmente ni siquiera somos conscientes de que se ejerce, ni por parte del que la hace ni por parte del que la recibe. Constituyen ya parte de una especie de paradigma kuhniano, de forma que sólo quien sale de él puede entender su artificialidad.
Cuando se habla de Integració al pais se está hablando de integración a un modelo identitario concreto, de forma que también se han de integrar ¡los mismos nativos del propio país!
Otro tanto sucede con el concepto Normalització, que implica la desaparición efectiva de lo anormal, es decir cualquier identidad no coincidente con la que se defiende. En los medios de comunicación se pueden oír cosas del tipo; “com diuen els espanyols (o castellans)” al citar una frase hecha, como si fuese algo ajeno y entre los oyentes no hubiese espanyols (o castellano-parlantes), o del tipo “als catalans ens han imposat el castellà”, frase esta doblemente falaz y además excluyente, porque el castellano en Catalunya se habla no porque el catalán fuese discriminado (que lo fue y en muchos aspectos lo sigue siendo) sino porque la mitad de la población lo tiene como lengua materna. Y además, se olvida, estos últimos son igual de catalanes.
Si el nacionalismo fuese sincero en su defensa de la identidad debería proteger la identidad de todos los ciudadanos que pertenecen a su “nació” y no intentar homogeneizar las identidades del país, acabando con la pluralidad de identidades.
Pero como no tener identidad es algo imposible, los problemas de identidad no comprometen tanto la identidad como tal, sino la libertad de darse uno a si mismo su propia identidad.
Es un error objetar al nacionalismo identitario que la “identidad” es algo a lo que hay que restar importancia. La defensa identitaria es muy importante, es básica. Y lo es porque lo que se está diciendo cuando hablamos de defensa de la identidad no es tanto la defensa de ser nosotros sino la de la libertad de ser como queramos ser.
Pero hemos de estar muy alerta, los ataques contra la identidad pueden provenir de muchos ámbitos y a veces estar muy velados. El principal problema identitario de Cataluña es precisamente la negación, desde instituciones y medios de comunicación, del valor de la identidad de muchos catalanes. De las instituciones y los medios se transmiten a la ciudadanía que la continúa ejerciendo. La negación es tan continua que generalmente ni siquiera somos conscientes de que se ejerce, ni por parte del que la hace ni por parte del que la recibe. Constituyen ya parte de una especie de paradigma kuhniano, de forma que sólo quien sale de él puede entender su artificialidad.
Cuando se habla de Integració al pais se está hablando de integración a un modelo identitario concreto, de forma que también se han de integrar ¡los mismos nativos del propio país!
Otro tanto sucede con el concepto Normalització, que implica la desaparición efectiva de lo anormal, es decir cualquier identidad no coincidente con la que se defiende. En los medios de comunicación se pueden oír cosas del tipo; “com diuen els espanyols (o castellans)” al citar una frase hecha, como si fuese algo ajeno y entre los oyentes no hubiese espanyols (o castellano-parlantes), o del tipo “als catalans ens han imposat el castellà”, frase esta doblemente falaz y además excluyente, porque el castellano en Catalunya se habla no porque el catalán fuese discriminado (que lo fue y en muchos aspectos lo sigue siendo) sino porque la mitad de la población lo tiene como lengua materna. Y además, se olvida, estos últimos son igual de catalanes.
Si el nacionalismo fuese sincero en su defensa de la identidad debería proteger la identidad de todos los ciudadanos que pertenecen a su “nació” y no intentar homogeneizar las identidades del país, acabando con la pluralidad de identidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario