martes, marzo 30, 2010

La "pluralidad" que nos espera en Catalunya Ràdio y TV3.

El tripartito ha cambiado hoy por decreto la ley de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA) cosa que confirma que Enric Marín, ya santificado por el CAC, será nombrado en breve presidente de la Coporació.

Está clara la deriva que van a correr los medios de comunicación dependientes de la Generalitat en los próximos años. Si no queríamos
Costra catalanista, vamos a tener dos tazas. Marín, en la órbita ideológica de ERC, acaba de demostrar su "objetividad" y talante democrático en un artículo en El Periódico este fin de semana;

"Catalunya es un país plural y complejo. En el contexto estatal, las nuevas expresiones políticas tienden a aflorar entre nosotros. Eso es lo que pasó con el nuevo nacionalismo español de Ciudadanos, precedente del españolismo duro, intransigente y retóricamente progresista del partido de Rosa Díez. Ahora podría volver a pasar con la derecha xenófoba. El fenómeno de esta nueva extrema derecha que ya se ha liberado de la simbología fascista se ha ido generalizando."

Equiparar al partido xenófobo
PxC con Ciutadans o UPyD, o la calificación de "nacionalistas españoles", o peor, de "españolismo duro, intransigente y retóricamente progresista" está dentro de la línea más anti-democrática de toda la vida (y no parece raro viniendo de quien impuso el protocolo que restringía el derecho a la libre información en el desastre del Carmel). Vamos, el que no se arrodilla ante el nacionalismo es un fascista, porque eso del no-nacionalismo no les puede entrar en su cabeza llena de banderas. Criminalización del pensamiento fuera de lo marcado y limitación de la democracia a los partidos tradicionales controlados desde la cúpula del G-16 , vamos.

Por supuesto, y a pesar de que tampoco sean movimientos demasiado bien vistos desde las butacas del Palau y los despachos de La Caixa,
escribiendo su artículo el señor Marín no se ha acordado de los fenómenos Laporta o Reagrupament que curiosamente tienen más páginas y más presencia en los medios catalanes en una semana de lo que Ciutadans o UPyD han tenido desde su constitución.

Vaya hablando de pluralidad, Sr. Marín.

viernes, marzo 26, 2010

Los "españoles" se han tragado lo de la "desafección".

Empieza a ser muy común la idea de que cediendo a las pretensiones del nacionalismo catalán se llegará a un estabilidad y el nacionalismo se va a volitilizar como por arte de magia. Lo contrario, piensan, lo que provoca es la extensión del independentismo y el desapego a "España".

Desde luego, no conocen la naturaleza del nacionalismo. El nacionalismo crece por su promoción, y no por ninguna clase de "desafección", concepto que no es más que una ficción, una invección manufacturada en parte en el mismo laboratorio en el que lo fue el
"català emprenyat" hoy eludido porque unas elecciones dejaron bien sentado que no existía más que en los despachos en que se reune el G-16 y por los pasillos del Palau.

El "català emprenyat" como los "desafectos" son los mismos, los que siempre están, estaban y estarán, emprenyats y desafectos con
"España" sencillamente porque no se sienten españoles, ni se lo sentirán nunca por más cesiones a su posición se hagan. Son los nacionalistas y su misma naturaleza, y su propia supervivencia, se basa en ese descontento insaciable.

A ello se suma un segundo problema. Cuando desde el resto de España se habla de ello, se habla de "Cataluña" o los "catalanes" como si la condición nacionalista fuera la exclusiva, la de todos. Es decir, también
se tragan el argumento nacionalista de que hay una homogeneidad y una preocupación general por estos temas en Catalunya. Quiere decirse que, puesto que todos los catalanes somos nacionalistas, la cesión al nacionalismo se ve como la única salida posible. O se cede o se acaba España. Transmitir esa imagen de unanimidad es algo a lo que dedican los esfuerzos de nuestros políticos y de nuestro stablishment burgués (entre los cuales sí que casi se da esa unanimidad) y con ese objetivo se emprenden iniciativas como la del "editorial conjunto". Poco importa que, según una encuesta de la propia Generalitat, sólo el 3,4% de catalanes responda que el problema más importante de Catalunya es la relación Catalunya/España.

De esta forma se está extendiendo triunfalmente en España, la idea de que se ha de ceder al nacionalismo o el independentismo crecerá aún más, que la única manera de construir España es colaborando con quienes no soportan la idea de España y planean deshacerla. La realidad, por supuesto, es la inversa. El nacionalismo, y con él el independentismo, como todo en el mundo, crece cuanto más se le alimenta. De hecho, desde la transición democrática hasta hoy, cada nuevo paso en el autogobierno lejos de ir apagando progresivamente el ardor nacionalista lo que ha conseguido es, con más confianza en su aumentada fuerza, insuflarse aún más. El nacionalismo no ha hecho más que crecer, y esa es la tendencia a menos que se empiecen a escuchar las voces acalladas del no-nacionalismo, tan presentes en la calle, pero tan invisibles en los medios.

Por eso desde España, lejos de dar más pábulo al nacionalismo, quien quiera realmente que no continue esta espiral acelerada del independentismo, lo que debieran es acentuar su apoyo a la realidad
plural de Catalunya. La comprensión y justificación desde el resto de España de los desmanes del nacionalismo es la auténtica fábrica de independentistas por vía de la eliminación de la diversidad actual. La justificación de la inmersión escolar en catalán (que transmite al niño que la única lengua legítima es la catalana), la consideración de que el catalán sea "lengua propia" de Catalunya (y el castellano, por lo tanto, impropia), la exclusión efectiva del castellano de las instituciones y la vida pública o, sobre todo, la criminalización del catalán disidente, de aquel que denuncia dichos excesos, lo que consigue es eso, que cada vez menos personas se atrevan a protestar ante la visión uniformista de la "construcció nacional" y a la vez cada vez más personas vayan aceptándola como algo "normal", como algo ante lo que sólo cabe la sumisión y el acomodamiento, y por supuesto, nunca la protesta.




miércoles, marzo 17, 2010

La verdadera revolución no es la que deja las cosas tal como estaban.


El nacionalismo catalán no puede ser "facha". Eso es un dogma y peligroso. Se ha creido que como la dictadura franquista se basaba en un profundo nacionalismo español, cualquier respuesta a dicho nacionalismo es democrática y anti-totalitaria. Y como lo más contrario al nacionalismo español pudiera parecer que son los nacionalismo periféricos, éstos son "liberadores". Pero nada más absurdo. Lo que refuta al nacionalismo español es el anti-nacionalismo del no-nacionalista y no otro nacionalismo, que no deja de ser el mismo perro con distinto collar.

Albert Camus desconfiaba de las llamadas "revoluciones", pues como bien dice la etimología de la palabra, una "revolución" es un giro de 360º, y en dicho giro (al contrario del giro de 180º) de lo que se corre es el riesgo de dejar las cosas tal y como estaban.

Por ello es inconsistente la postura de aquel nacionalista que defiende siempre como legítima cualquier "discriminación positiva" amparada en abusos pasados. Lo malo es que es la postura generalizada en nuestra sociedad, en la que vemos que cualquier denuncia de una "pasada de la raya" por parte del nacionalismo acaba de forma automática en la criminalización de quien la hace y por supuesto en la calificación auomática de "españolista". De ello se deriva a su vez, la tesis dogmática de que no existen no-nacionalistas, de que los que se llaman así mismos así son nacionalistas españoles disfrazados (se supone que por algún motivo, acomplejados).

El resultado de esta posición es una espiral, donde los "más nacionalistas" van empujando a los que lo son más moderadamente en una caida en vacío donde o se aceptan sus tesis o es que se es españolista y donde cualquier abuso, por discriminatorio que sea, siempre estará justificado.


jueves, marzo 11, 2010

Rosa Díez y la antidemocracia; Criminalización y silencio.

El dogmatismo predominante es excluyente. Hay democracia, uno puede tener diferentes ideas y defenderlas, pero el no-nacionalismo (o el anti-nacionalismo que yo defiendo yendo más allá de lo que van partidos como C's o UPyD) no es una idea respetable. No es "democrática" y por lo tanto se la puede excluir del juego democrático en el mismo sentido en que podemos (y debemos) excluir ideas anti-democráticas como el racismo, el totalitarismo o el fascismo (con el cual el simplismo mental intenta asimilar al no-nacionalismo, incapaz de ver que precisamente se excluyen mutuamente).

El no-nacionalismo
se criminaliza y precisamente quien más lo hace es el nacionalismo. Pura contradicción, porque todo nacionalista es también anti-nacionalista (y por lo tanto no-nacionalista). Un nacionalista catalanista es anti-españolista y un españolista es anti-catalanista. La diferencia es que lo que llamamos "anti-nacionalismo" está contra todo nacionalismo.

La criminalización, a falta de argumentos que demuestren que el no-nacionalismo es anti-democrático viene del dogmatismo, de la mentira, la manipulación o de la simple exageración caricaturesca. Así pasó con el asunto del
"gallego en sentido peyorativo". La expresión de Rosa Díez fue seguramente desafortunada, pero la anécdota que nadie hubiese percibido en boca de otro, ha dado pie a que se digan barbaridades como que Rosa Díez odia a los gallegos o que pretende insultarlos o incluso que es una prueba (irrebatible) de que es "xenófoba"... La circunstancia es tan absurda que debería llevarnos a la risa, si no fuera porque el impulso de tales palabras conduce a la criminalización y lo que verdaderamente prueba es el odio que la posición ideológica de Rosa Díez provoca en algunos. Es tan absurdo como acusar a quien dijese que "nos engañan como a chinos" es en realidad un xenófobo y un racista por usar tal expresión, o que tiene "chinofobia".

Es sólo un ejemplo, es absurdo relacionar el boicot totalitario y anti-democrático (este sí, y de forma evidente) que sufrió la líder de UPyD en la Autónoma de Barcelona al
bombo mediático criminalizante que la nimiedad del "gallego" ha tenido. Pero es a base de estas cosas, de la criminalización continua del no-nacionalismo utilizando a veces la excusa más peregrina, como se llega a lo segundo. Es por ello que la responsabilidad se extiende y va mucho más allá de aquellos que intentan silenciar los argumentos de forma física, impidiendo su expresión material. Están aquellos que los intentan silenciar mediante la manipulación, la deformación o directamente, la minimización en los medios.



El País: Rosa Díez: "Zapatero podría ser gallego en el sentido peyorativo"
Público: El Parlamento gallego condena el tópico peyorativo de Rosa Díez
El blog de Manuel Hernández: La agresión a Rosa Díez en los medios
Vozbcn: Un grupo de independentistas revienta un acto de Rosa Díez en Barcelona
Youtube: Vídeo de la agresión a Rosa Díez en la UAB

miércoles, marzo 03, 2010

La desafección y la ley electoral.

El nacionalismo tiene una necesidad continua de crear conceptos para justificar artificios que no son próximos a la realidad de las personas, pero que son necesarios para que su debilidad intelectual no quede en evidencia. Lo es el mismo término de “Nación” en el sentido que tiene para el nacionalismo, lo es el concepto de “identidad nacional”, de “normalització”, de “lengua propia”, de “integració al pais”, lo era el de “català emprenyat” y desde la misma factoría de este último, lo es el de “desafecció”.

Inventado como forma de chantajear a “España” (“o hacéis lo que decimos o aumentará la desafecció”) y tan poco consistente con la realidad como lo fue el invento, hoy olvidado en un rincón, del “català emprenyat” enseguida fue necesario reconvertirlo para una situación de extrema urgencia.

Cuando estalla el “Caso Palau” el interés del establishment fue desvincularse como fuese de una historia que evidenciaba el funcionamiento oligárquico que se esconde bajo la senyera. Lo primero fue una campaña para hacer creer que se trataba de un vulgar caso de “choriceo” sin implicaciones políticas. La empresa parecía imposible, pero nada es imposible si controlas los medios que informan sobre ello. Al final nos vendieron eso, para nada valía la pena recordar que entre los patronos del Palau estaban la flor y nata de nuestros dirigentes, ni las relaciones de Millet, ni recordar el G-16, ni la financiación de la fundación de Convergència, ni el pago de las deudas de Àngel Colom al ingresar en CiU, ni cómo fueron ignorados, por parte del Parlament, los avisos de la sindicatura de cuentas de las irregularidades ...

El caso es que en plena operación disimulo del affaire Millet estalla el “Caso Pretoria”. Las detenciones de altos cargos de CiU junto a otros del PSC en un mismo caso, con un preludio profético de Pujol el día anterior amenazando con “tirar de la manta” y con aquello de que si hablase "tots faríem una mica de ferum" eran ya demasiado. Pero enseguida encontraron respuesta. Hablaron de desafecció de la ciudadanía con la política, montaron el cortafuegos del "no todos somos iguales" y salieron con lo de que no nos preocupásemos, que ya tenían la solución. Y esta era una regeneración política que se iba a demostrar por vía de la "llei electoral".

Catalunya es la única comunidad autónoma que no tiene una ley electoral propia, esto es, que se rige aún por la ley española. El nacionalismo de la diferencia (aquel que hace que para reformar la distribución provincial se busque un nombre propio del medievo, "Vegueria", todo sea por no parecer españoles) tiene estas cosas.

Pero en fin, la "ley electoral" iba a solucionar lo de la "desafección política" y por arte de magia desaparecerían los problemas de la corrupción con ello. No se sabe muy bien por qué. Porque implícitamente, al relacionar ley electoral y corrupción, se está afirmando que la corrupción proviene del "nepotismo" (les traiciona el subconsciente) si no, si la corrupción política no está generalizada, no se ve por qué cambiando la proporcionalidad del voto, ha de disminuir la corrupción. Pero si existe el nepotismo, cosa evidente y que lleva a esta asociación tácita, entonces sólo se puede disminuir si es a través de las listas abiertas. Pero tal alternativa quedó descartada por todos desde un principio.

La cuestión es que, ni siquiera esa reforma de la ley electoral que seguía dejando todo el poder a los aparatos de los partidos, y ninguno a los ciudadanos, se va a llevar a cabo. No hay acuerdo y el proyecto de reforma se abandona. Era algo que muchos ya sabíamos, volver a sacar el tema de la ley electoral no era más que una excusa para tapar los casos de corrupción, para justificar que se estaba haciendo algo al respecto. ¿Qué se estaba haciendo? Nada, hoy lo vemos.

Y a todo esto. ¿cuáles son las consecuencias? ¿quién habla hoy de lo que motivó sacar a relucir la reforma de la ley electoral? ¿qué vamos a hacer respecto a la corrupción, señores políticos?. Hoy callan.