El Nacionalismo catalán es excluyente.
Es una frase que puede sonar fuerte, acostumbrados como estamos los catalanes a su discurso diario, pero es una realidad incontestable. Y es excluyente, no tanto por ser "nacionalismo" sino porque es un nacionalismo "identitario", que basa su discurso en una identidad que no todos los catalanes compartimos. En cuanto hace esto excluye al resto de las identidades, nos excluye a los "charnegos".
Para que el nacionalismo catalán fuese de verdad "integrador", como dice ser, tendría primero que integrar en su interior -de verdad- las identidades de Catalunya, tal y como estas son y no con ese paso previo que se exige de la "catalanización" o "integración". Catalanizar para ellos es ser catalán a la manera de ellos y no a la propia del charnego, que ya somos completamente catalanes y no nos queda nada por "catalanizar".
Nuestra identidad es tan catalana como la que más. El nacionalismo catalán no la reconoce. Eso no es "integración" sino "exclusión". El nacionalismo catalán es un nacionalismo selectivo y esencialista, no proclama un amor a la "Patria" entendida como un todo sino sólo a aquellas cosas que para él constituyen las "esencias". La decisión de "qué es esencialmente catalán y qué no lo es" naturalmente es arbitraria y está en manos de sus teóricos. Estos trabajan para el poder establecido.
El típico error del "no-nacionalista" (o del catalán castellano-parlante) es decir que la identidad no es importante, que los discursos identitarios son distracciones de los asuntos de verdad importantes.
La identidad sí es importante, en especial cuando es utilizada como principio de exclusión. Pero deberíamos de diferenciar dos cosas. La Identidad importante (podríamos decir en realidad la única de verdad existente) es la identidad personal, la tuya, la mía, la de nuestros amigos o familiares.
La identidad que no importa, o importa en cuanto se utiliza con fines perniciosos, es la "Identidad colectiva" que se dibuja al gusto de su creador. Esta identidad es una abstracción, ya que propiamente ningún país tiene "una identidad", sino las millones de identidades propias de sus habitantes.
Que la "Identidad colectiva" consiste en una falacia con fines excluyentes se ve claro cuando uno compara la "Identidad colectiva" dibujada por el nacionalismo con la realidad efectiva, con la "identidad" observable. Si Catalunya tiene identidad la conformamos todos, también los "charnegos", aunque se intente dejarnos fuera.
Es una frase que puede sonar fuerte, acostumbrados como estamos los catalanes a su discurso diario, pero es una realidad incontestable. Y es excluyente, no tanto por ser "nacionalismo" sino porque es un nacionalismo "identitario", que basa su discurso en una identidad que no todos los catalanes compartimos. En cuanto hace esto excluye al resto de las identidades, nos excluye a los "charnegos".
Para que el nacionalismo catalán fuese de verdad "integrador", como dice ser, tendría primero que integrar en su interior -de verdad- las identidades de Catalunya, tal y como estas son y no con ese paso previo que se exige de la "catalanización" o "integración". Catalanizar para ellos es ser catalán a la manera de ellos y no a la propia del charnego, que ya somos completamente catalanes y no nos queda nada por "catalanizar".
Nuestra identidad es tan catalana como la que más. El nacionalismo catalán no la reconoce. Eso no es "integración" sino "exclusión". El nacionalismo catalán es un nacionalismo selectivo y esencialista, no proclama un amor a la "Patria" entendida como un todo sino sólo a aquellas cosas que para él constituyen las "esencias". La decisión de "qué es esencialmente catalán y qué no lo es" naturalmente es arbitraria y está en manos de sus teóricos. Estos trabajan para el poder establecido.
El típico error del "no-nacionalista" (o del catalán castellano-parlante) es decir que la identidad no es importante, que los discursos identitarios son distracciones de los asuntos de verdad importantes.
La identidad sí es importante, en especial cuando es utilizada como principio de exclusión. Pero deberíamos de diferenciar dos cosas. La Identidad importante (podríamos decir en realidad la única de verdad existente) es la identidad personal, la tuya, la mía, la de nuestros amigos o familiares.
La identidad que no importa, o importa en cuanto se utiliza con fines perniciosos, es la "Identidad colectiva" que se dibuja al gusto de su creador. Esta identidad es una abstracción, ya que propiamente ningún país tiene "una identidad", sino las millones de identidades propias de sus habitantes.
Que la "Identidad colectiva" consiste en una falacia con fines excluyentes se ve claro cuando uno compara la "Identidad colectiva" dibujada por el nacionalismo con la realidad efectiva, con la "identidad" observable. Si Catalunya tiene identidad la conformamos todos, también los "charnegos", aunque se intente dejarnos fuera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario