Es una evidencia que términos como "identidad colectiva" o "voluntad de un pueblo" o en su caso "Nación" (usado en sentido de pre-existencia de un Pueblo más allá de la realidad administrastivo-jurídica aprobada) no son más que estratagemas de sólo una parte de esa colectividad para limitar los derechos individuales (o anular su identidad diferenciada) de otra parte del colectivo que lo conforma.
Es un recurso que utilizó el nacionalismo español en el pasado y que utiliza el nacionalismo catalán hoy.
La prueba está en que, a pesar de la importancia que se le da a estos grupos o "entidades colectivas" reconocibles por unos "hechos diferenciales" que les definen, son incapaces de reconocer otros grupos dentro de sí mismas.
Así en Catalunya no sólo se niega la existencia (partiendo de estos presupuestos comunitaristas) de ciertos derechos individuales que servirían de defensa de la especificidad del ciudadano castellano-parlante, sino que se niega a estos el derecho a reclamarse también como grupo con un "hecho diferencial propio", como debería asumirse bajo los mismos presupuestos donde se apoya el nacionalismo, de la identidad de los castellano-parlante.
Y el argumento que se da contra esta posibilidad es precisamente el mismo que daba el franquismo para defenderse de las reclamaciones identitarias; Va contra la "convivencia", vamos que "se rompe Catalunya".
Si un Pueblo es tan intolerante que es incapaz de aceptar y hacer suyas las diferencias (tan pequeñas) cultural-lingüísticas de sus ciudadanos, es que es un Pueblo que no merece la pena, que no merece serlo.
Es un recurso que utilizó el nacionalismo español en el pasado y que utiliza el nacionalismo catalán hoy.
La prueba está en que, a pesar de la importancia que se le da a estos grupos o "entidades colectivas" reconocibles por unos "hechos diferenciales" que les definen, son incapaces de reconocer otros grupos dentro de sí mismas.
Así en Catalunya no sólo se niega la existencia (partiendo de estos presupuestos comunitaristas) de ciertos derechos individuales que servirían de defensa de la especificidad del ciudadano castellano-parlante, sino que se niega a estos el derecho a reclamarse también como grupo con un "hecho diferencial propio", como debería asumirse bajo los mismos presupuestos donde se apoya el nacionalismo, de la identidad de los castellano-parlante.
Y el argumento que se da contra esta posibilidad es precisamente el mismo que daba el franquismo para defenderse de las reclamaciones identitarias; Va contra la "convivencia", vamos que "se rompe Catalunya".
Si un Pueblo es tan intolerante que es incapaz de aceptar y hacer suyas las diferencias (tan pequeñas) cultural-lingüísticas de sus ciudadanos, es que es un Pueblo que no merece la pena, que no merece serlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario