martes, octubre 21, 2008

La dignidad de las uñas de los pies.

El nacimiento de un bebé cuyo cordón umbilical permitirá la curación de su hermano mayor ha sido utilizado por la Conferencia Episcopal para condenar la eliminación de los embriones que no eran compatibles genéticamente.

La
"vida es Sagrada" pero la salvación de un niño (posible gracias a una ley que, recordemos, fue apoyada por todos los partidos excepto el PP y la Unió Democràtica del Sr. Duran i Lleida) no está por encima en este caso de la "dignidad de embriones humanos". Los embriones ahora tienen "dignidad" aunque no siempre usen traje y corbata. Puestos a repartir dignidades, es de suponer que también ha de tenerla el óvulo, antes de ser embrión, como la tiene el embrión antes de ser niño. Y así no es extraño que antaño, las mujeres fuesen consideradas "impuras", pues mensualmente matan a un niño, todo por no fecundar cada uno de sus dignos óvulos.

Pero los hay que aún dan razones a estos disparates, y así el parlamento suizo ha aprobado una ley para proteger la "dignidad de las plantas". Claro, argumentan, "es inmoral
decapitar plantas sin un motivo racional." Y yo añadiría aún más, no sólo es inmoral, es por definición imposible "cortar la cabeza" (decapitar) a una planta. Pero claro, si usamos ciertas metáforas, la cosa suena peor (¿llamamos a los podadores "mutiladores de plantas"?).

Deberíamos vigilar más lo que hacemos con las palabras. Porque si todo tiene "dignidad" la
dignidad deja de tener valor, la dignidad no vale nada, y así estamos donde al principio, las personas sin dignidad, o al nivel de plantas o de conglomerados pluricelulares.

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