Hay ahora quien justifica la discriminación contra el castellano, en el hecho de que se puede entrar en un bar -alguna vez se ha dado- y el camarero no entenderte cuando le dices "café amb llet".
Y eso sirve para justificar la imposición lingüística. Pero ni la obligatoriedad de rotular en catalán hace que el camarero aprenda catalán, ni lo hace la inmersión lingüística, pues el camarero ya no va a la escuela, ni lo hace la exclusión del castellano de las instituciones.
Queda así claro que no entender lo que es un "café amb gel" no es ningún argumento, sino una excusa emocional que lo que busca es el enfrentamiento.
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