No diré que estoy a favor de la nueva ley del cine que impondrá unas cuotas de doblaje al catalán del 50%. No sería cierto porque pienso que tal y como está, puede ser muy nociva para el sector, y que buscando garantizar una “libertad de elección” pueda ser que se consiga lo contrario, que acaben llegando menos películas a nuestros cines, e incluso acelerando el cierre de muchas salas.
Pero lo que no estoy es en contra de ella por “principios”.
Es decir, no veo mal las cuotas en el cine ni creo que supongan una imposición, ni vayan contra la libertad. El intervencionismo no es malo en sí. El intervencionismo malo es aquel que se inmiscuye en las costumbres, es decir, lo intolerable es el atentado contra las libertades individuales, las libertades de la persona. Pero las grandes multinacionales no son personas, y es lícito controlarlas por el bien de las personas.
No veo lo de las cuotas en el cine para nada comparable a otras medidas, como la de rotulaciones en los comercios que no se imponen a multinacionales sino básicamente a autónomos, a individuos libres y además no buscan una equiparación al 50% sino una primacía completa y absoluta de una sola de las lenguas. Ni desde luego es comparable al hecho de la inmersión en las escuelas, donde tampoco parece valerles a algunos lo de buscar el equilibrio (50%) ni la libertad de elección que tanto proclaman respecto al cine.
En este país, parece que sea más importante poder elegir una película en tu idioma que no que tu lengua materna pueda ser excluida de las instituciones y la enseñanza.
Pero lo que no estoy es en contra de ella por “principios”.
Es decir, no veo mal las cuotas en el cine ni creo que supongan una imposición, ni vayan contra la libertad. El intervencionismo no es malo en sí. El intervencionismo malo es aquel que se inmiscuye en las costumbres, es decir, lo intolerable es el atentado contra las libertades individuales, las libertades de la persona. Pero las grandes multinacionales no son personas, y es lícito controlarlas por el bien de las personas.
No veo lo de las cuotas en el cine para nada comparable a otras medidas, como la de rotulaciones en los comercios que no se imponen a multinacionales sino básicamente a autónomos, a individuos libres y además no buscan una equiparación al 50% sino una primacía completa y absoluta de una sola de las lenguas. Ni desde luego es comparable al hecho de la inmersión en las escuelas, donde tampoco parece valerles a algunos lo de buscar el equilibrio (50%) ni la libertad de elección que tanto proclaman respecto al cine.
En este país, parece que sea más importante poder elegir una película en tu idioma que no que tu lengua materna pueda ser excluida de las instituciones y la enseñanza.
1 comentario:
El tema de la lengua en la enseñanza está claro. En comunidades con dos lenguas oficiales, ¿no debería obligarse desde las instituciones a conocer correctamente ambas?
Cualquier persona sensata propondría el bilingüismo al 50% en los colegios, pero a parecer eso no gusta. ¿Por qué?
El discurso: el de siempre, el español, al ser el idioma imperial y omnipresente se aprende por arte de magia. ¿Alguien se lo traga?
Normal que luego algunos catalanes (incluso con título de doctor) escriban cosas como "hinvierno", "canvio", etc...
Muy triste lo nuestro. Flaco favor estamos haciendo a nuestros pequeños.
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