El gran éxito de la Manifestación del 10-J ha sido (aunque ya no es novedad) el continuar dando a entender que la cuestión trata sobre la relación España-Catalunya.
"Catalunya" pide más, "España" cede más o cede menos. Este mensaje está inserto tanto en la opinión pública (o publicada) catalana como en la española. Y tanto en la española más proclive a esas "cesiones" como a la más cerrada y centralista.
Montilla habla de que no hay un "problema catalán" sino un "problema español". El problema lo tienen "ellos", vamos, viene a decir. La gente acude a la manifestación en masa y ni siquiera saben qué artículos han sido declarados inconstitucionales, o interpretados, ni en qué les afecta. Sólo saben lo que han bombardeado desde los medios, que España "no cede" y que no nos dejan "decidir" sobre aquello que sólo nosotros tenemos derecho a decidir.
La suerte, y la casualidad hizo que el día siguiente a la manifestación la selección española de fútbol ganase el Mundial. La celebración por parte de una gran masa de catalanes ha hecho evidente lo que todos sabemos y sin embargo se calla. En alguna televisión de Madrid planteaban la exposición de la contradicción como "periodismo de investigación". Cada día estoy más convencido que los nacionalistas tienen razón cuando dicen que en Madrid "no se enteran". No sólo eso, es que ven Catalunya a través de sus ojos.
No importa, los espectros se han aparecido de pronto, en una pesadilla, de manera evidente. Pero el tiempo volverá a hacer irreal lo que nuestros ojos vieron. Hoy los creadores de opinión de la caverna nacionalista se esmeran con sus explicaciones. Por supuesto para ellos todos los catalanes estábamos con lo de "Som una Nació - Nosaltres decidim". Pero para los moderados eso no es incompatible con el apoyo a la selección (de otra España, una "plural" en la que España no se vea) para los radicales simplemente la celebración es la de unos "no integrados" celebrando el triunfo de una Nación extranjera.
Pero la realidad es terca y está delante de nuestras narices. La Manifestación multitudinaria sólo refleja lo que piensa (impulsados por una clase política nefasta) una parte de la ciudadanía. Ese Estatut que se defiende está hecho sólo pensando en esa parte, aún más, pensando como si esa parte fuese toda Catalunya. Deja al margen a más de la mitad de Catalunya, por eso el Estatut no fue votado más que por una minoría. El resto no se siente implicado.
El asunto es gravísimo, un Estatut debe estar pensado para todos. Construir Catalunya sólo desde una de sus perspectivas es un error histórico. Y la perspectiva del nacionalismo es por fuerza monocorde. O se pasa a una visión post-nacional o el riego puede ser la ruptura social y la creación de dos nacionalismos enfrentados. Dentro de Catalunya.
El dilema Catalunya-España no está en España. El dilema está aquí, en Cataluñya.
Tenemos un problema, Sr. Montilla.
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