Rescato un fragmento de la reseña que Álvarez Junco dedica a la biografía de Azaña recientemente publicada por el admirado Santos Julià.
El fragmento nos muestra a un Azaña precursor del ideal de "ciudadanía" frente a la idea étno-cultural de Nación que defiende el nacionalismo. Un ideal que ha debido esperar 80 años para que empiece a ser reconocido y defendido en España (y aún así, hoy día, sólo por algunos) y la experiencia del paso previo por un nacionalismo español y su inversión en los nacionalismos periféricos particulizadores que nos demostraban fehacientemente que la exclusión no se soluciona con otras exclusiones inversas.
"Otro aspecto en el que esta biografía pulveriza la imagen acuñada por los enemigos de Azaña es el de su supuesto antipatriotismo. Azaña defiende el sentimiento nacional, pero en la línea de Cicerón o Maquiavelo: como orgullo de pertenecer a una sociedad capaz de dotarse de instituciones libres. La nación, así entendida, es para él un instrumento de modernización.
Las identidades culturales se forjan, sin duda, a lo largo de siglos, pero sólo son naciones modernas cuando se asocia a ellas el sentimiento de soberanía colectiva sobre el territorio que convierte a los súbditos en ciudadanos. De ahí que las naciones, lejos de ser eternas, sean necesariamente recientes, observación en la que Azaña se adelanta a los enfoques hoy dominantes sobre el tema.
La nación en la que él piensa es, además, compleja, y permite el reconocimiento de identidades culturales diversas. Lo que le hace defender el Estatuto catalán (a diferencia de Ortega, que sólo predica "conllevar" el "problema"), como instrumento de modernización, como avance hacia la adecuación del Estado a la realidad social. Siempre, claro está, que no fomente sentimientos patrióticos basados en la identificación étnica, que responden -en palabras del propio Azaña- a un 'concepto islámico de la nación y del Estado' y cuyo modo de expresión es el 'alarido'."
Fuente: Babelia
El fragmento nos muestra a un Azaña precursor del ideal de "ciudadanía" frente a la idea étno-cultural de Nación que defiende el nacionalismo. Un ideal que ha debido esperar 80 años para que empiece a ser reconocido y defendido en España (y aún así, hoy día, sólo por algunos) y la experiencia del paso previo por un nacionalismo español y su inversión en los nacionalismos periféricos particulizadores que nos demostraban fehacientemente que la exclusión no se soluciona con otras exclusiones inversas.
"Otro aspecto en el que esta biografía pulveriza la imagen acuñada por los enemigos de Azaña es el de su supuesto antipatriotismo. Azaña defiende el sentimiento nacional, pero en la línea de Cicerón o Maquiavelo: como orgullo de pertenecer a una sociedad capaz de dotarse de instituciones libres. La nación, así entendida, es para él un instrumento de modernización.
Las identidades culturales se forjan, sin duda, a lo largo de siglos, pero sólo son naciones modernas cuando se asocia a ellas el sentimiento de soberanía colectiva sobre el territorio que convierte a los súbditos en ciudadanos. De ahí que las naciones, lejos de ser eternas, sean necesariamente recientes, observación en la que Azaña se adelanta a los enfoques hoy dominantes sobre el tema.
La nación en la que él piensa es, además, compleja, y permite el reconocimiento de identidades culturales diversas. Lo que le hace defender el Estatuto catalán (a diferencia de Ortega, que sólo predica "conllevar" el "problema"), como instrumento de modernización, como avance hacia la adecuación del Estado a la realidad social. Siempre, claro está, que no fomente sentimientos patrióticos basados en la identificación étnica, que responden -en palabras del propio Azaña- a un 'concepto islámico de la nación y del Estado' y cuyo modo de expresión es el 'alarido'."
Fuente: Babelia
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