Lo de la "unanimidad catalana” es seguramente, de todo lo que ha pasado en los últimos convulsos meses, lo más grave y aquello que más clama al cielo, y sin embargo lo que más ha pasado desapercibido, incluso entre aquellos que han sido expulsados de esa "unanimidad". Hasta tal punto en la Catalunya de hoy, vemos con normalidad lo que es totalmente aberrante.
Y es que absolutamente todos los medios catalanes, públicos y privados, diarios, emisoras de televisión o de radio, han partido de la premisa de que "Catalunya" como un todo coincidía en su postura –frente a “España”- sobre el Estatut. Catalunya se movilizaba, Catalunya estaba siendo agraviada, Catalunya se “desafeccionaba”. No sólo eso, todo ello ha formado una campaña continua, día tras día en largos meses, páginas y páginas, horas y horas de emisión.
Nuestros gobernantes, junto a la oposición mayoritaria, han argumentado continuamente como si en Catalunya hubiese dicha unanimidad. Se podía discutir cuál era la respuesta oportuna frente al “agravio”, pero el agravio mismo era indiscutible, y todos los catalanes éramos los agraviados. Discutir eso sólo era pensable en un anticatalán, en alguien que desde su miseria, odia a Catalunya. Los diarios podían hacer “editoriales conjuntos” porque en esa voz estaba la voz de Catalunya, todos éramos partícipes y a todos nos representaban esos diarios, esos políticos, esa “societat civil”, esos “comunicadores” radiofónicos. Se suponía que un gobierno, por más que sea formado por un (o tres) partido, defiende a todo el país, se suponía que los medios , especialmente los públicos, representan la pluralidad del país.
Y ahora resulta que no, que en una encuesta que publica uno de esos diarios de voz unísona, prácticamente la mitad de los catalanes no estábamos con eso. Y esos datos a pesar de toda la terrible campaña mediática y de esos supuestos tácitos que hablaban en nombre de Catalunya asegurando que “o estás con nosotros, agraviado, o no eres parte de nosotros, no eres catalán”.
La supuesta “unanimidad” catalana no es sino una intolerable falta de pluralidad, parte de un terrible proceso de uniformización de la sociedad catalana en el que la “diferencia” o la “diversidad” no tiene cabida. Quien pretenda divergir no tendrá acceso al discurso público, y cuando ya esté en él será considerado un outsider. La exclusión del discurso público del que no acepte las premisas nacionalistas es lo que posibilita la "unanimidad".
¿Cómo queda todo? Igual que se ignoraba a toda esa masa de catalanes sin la encuesta se ignora tras ella. ¿Muestra el rotativo o algún otro medio algún tipo de extrañeza? No, el diario aún tenía la cara dura de titular el artículo, siguiendo con su argumentario con un negacionista; “El 10-J suscita una mayoritaria ola de simpatía” ¿Habla alguien de esa mitad ignorada? No, por un motivo muy sencillo, hoy día el control político-mediático es de unas élites, y para ellos no existimos.
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